El pulpo: un ser de otro planeta

El pulpo: un ser de otro planeta

Los pulpos son animales muy extraños. En palabras del filósofo australiano Peter Godfrey-Smith son “lo más parecido a una inteligencia extraterrestre que podemos encontrar en la Tierra”. Y es que hay tantas curiosidades que podemos decir de ellos que daría para más de un libro. Estas son algunas de ellas.

Tres corazones y sangre azul

Ni uno ni dos. Tres son los corazones que tiene un pulpo. Dos los usa para bombear sangre alrededor de las extremidades, mientras que el otro bombea la sangre azul que recorre sus órganos. Azul oscura, ya que en lugar de hemoglobina utiliza hemocianina para transportar el oxígeno. La presencia de cobre en esta proteína le da ese color azulado.

 

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Más escurridizos que Houdini

Como no tienen esqueleto interno o externo, su cuerpo es en su totalidad músculo. Esto les permite introducirse por cualquier recoveco. Una habilidad que emplean para alcanzar a sus presas, escapar o esconderse de un depredador.

 

Son tan inteligentes como un perro

Los pulpos tienen alrededor de 500 000 000 000 de neuronas, al igual que un perro y seis veces más que un ratón. Son capaces de salir de laberintos, resolver problemas, encontrar soluciones e incluso coger cosas solo por diversión.

 

Tienen más disfraces que Mortadelo

Los pulpos son capaces de imitar otras especies animales. Por ejemplo el pulpo imitador no solo imita la forma, sino también el movimiento de hasta 15 especies marinas diferentes. De esta forma simula ser un animal venenoso como la serpiente marina o el pez león, para ahuyentar a sus depredadores.

 

Más viejos que matusalén

Se calcula que están entre nosotros desde el periodo carbonífero, hace 296 millones de años. Esto se deduce de un fósil de esta época que no parece tener una forma definida, pero que cuenta con 8 brazos y 2 ojos.

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Son asociales, aunque pueden comportase como nosotros

Al pulpo le gusta vivir solo. Únicamente se junta para procrear. Sin embargo, a pesar de su aparente gusto por la soledad sigue teniendo la sociabilidad entre sus genes, aunque le cueste demostrarlo. En un artículo que se publica en la revista Current Biology, el neurocientífico Gul Dölen y el biólogo Eric Edsinger cuentan cómo sacaron esa parte más oculta de los pulpos dándoles MDMA (éxtasis), una droga que produce en el ser humano una necesidad inusual de acercarse e interactuar con los demás. A los pulpos les pasó algo parecido cuando los investigadores echaron la droga en el agua de su acuario. Además, se demostró que las cantidades efectivas de MDMA son similares para pulpos, humanos y roedores, lo que puede convertir a estos animales en posibles modelos para probar fármacos experimentales.

 

 

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